Relato nº 8

Si quieres puedes.

Sonaba en el reproductor de música, “párale los pies a ese reloj que nos controla, que no nos deja ser, que apaguen el sol de una vez...”
Y sin darme cuenta mi mente decidió hacer caso a la canción, apagué mi mente a los problemas diarios, a los quehaceres rutinarios que matan la fantasía y la creatividad. Y volé, ya no estaba sentada en el sofá de mi casa... caminaba guiada por un duende que me llevaba a lugares mágicos, caminaba por  jardines de fantasía con olores que me recordaban los días felices de mi niñez. 
-No puedes quedarte aquí- le dijo el duendecillo- en unos minutos vendrá la bruja Añoranza y no te dejará salir jamás.

Lo miré sorpendido,  pensaba ¿qué tiene de malo quedarse enteramente en un jardín tan bonito?.Pero no me dio tiempo ha realizar la prengunta, sentí un tirón rápido y ya no estaba allí. Ahora caminaba por un estrecho camino que llevaba a un faro, cada vez más escarpado.

-¿Qué hacemos aquí?- le pregunté.

-No pierdas tu tiempo con preguntas estúpidas-me dijo gruñón.

Me callé la boca y seguí subiendo. Al llegar arriba la brisa me dió en la cara, mis pulmones se llenaron del aire y mi nariz de olor a salitre. Miré al horizonte y contemplé ese día tan bonito. Y el tirón volvió  a repetirse y ya no estaba frente al mar. Ahora mi camino era amplio pero sentía mucho frío.

-¿A dónde vamos?- pregunté.

-¿Siempre eres tan preguntona?-me espetó, como si hubiese preguntado por el secreto mejor guardado de los duendes gruñones.

-Soy curiosa, me gusta saber que ocurrirá, hacia donde voy y por qué voy hacia allí y no hacia otro lugar- respondí.

No me contestó. Siguió tirando de mí. Ahora estaba en un hermoso lago helado,  y era solo para mí, podría patinar sin que nadie se interpusiese en mi camino... así que me puse los patines y me deslicé con la felicidad que se siente, cuando sabes que eres libre y no hay nada, ni nadie que te lo impida. Disfrutando de cada paso que daba. Estaba absorta, y ... otra vez el tirón de mano.

Esta vez casi enfadada pregunté- ¿por qué no me dejas disfrutar más de todas estas cosas hermosas que me estás mostrando?-

Me  miró, con cara de extrañeza y me dijo - ¡¿yo?! Eres tú, la que te vas. Yo solo te muestro cosas bonitas. Eres tú, la que gestiona como gozar del viaje-

-No, no... cuando me estoy divirtiendo  noto como tiras de mi mano y me alejas de ellas- contesté casi con indignación. ¿Cómo puede decir que soy yo quien me alejo de todas esas sensaciones tan agradables? Si me conociese un poco sabría que nunca haría algo así, me dije.

Pero seguí caminado a su lado, espectante, deseando ver el lugar al que me llevaría esta vez.Y volví a estar sentada en  mi sofá y la música seguía sonando... “ locas historias y cuentos vividos”.